Encontré una estrella en el cielo, una fría noche de invierno. Una sonrisa inesperada y permanente, una explosión de creatividad, una nueva forma de ver lo que me rodea y de amar lo que parece oscuridad.
Así fue durante varias noches hasta que un día me descubrí a mi misma mirando algo más que las estrellas, que anhelaba que volviera a llegar otro día más para perderme en la oscuridad, para buscar nuevos lugares que mirar... siempre en la misma compañía.
Mi impaciencia cada vez era mayor hasta que me acostumbré a recibir esa compañía sólo cuando se me ofreciera (nunca ha sido suficiente lo se... jajaja). Es como una piedra preciosa que parece que sólo he aprendido a observar detrás del objetivo de una cámara o también en el refugio de las cuatro paredes de mi habitación.
Me he puesto mil trabas para no hacer lo que desde casi el primer día empecé a ver, miles de disculpas, anteponiendo todos mis miedos a lo que hoy veo como algo claro en mi mente. ¿Cuántas casualidades fueron en tan poco tiempo? a mi me parecieron señales jajaja pero luego pensaba... nah sólo son casualidades, con mi corazón de hielo.
Se que escribir aquí es hablar de un secreto a voces, cualquiera lo puede leer, ya no es como mis diarios de cuando tenía edad para estar en el instituto jaja pero bueno mi intención no es otra que calmar esta incertidumbre que tengo en el cuerpo por haber ido más allá de lo que estaba metido sólo en mi mente y mi corazón.
Estoy desconcertada... jajajajaja ojalá llegué pronto la próxima vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario