Lo que ayer empezó siendo la situación más incómoda del mundo y lo que parecía que iba a acabar en lágrimas por la gente que tenía a mi alrededor en el Auditorio, acabó siendo una tarde noche fabulosa que no me hizo perder la sonrisa en ningún momento.
Vale, sí, reconozco que me quedé con ganas de escupirle a la cara sobretodo por tratarme con tanta amabilidad, fingida supongo, después de los insultos que tuve que leer por la mañana. Es una lástima que esa persona esté tan mal de la cabeza, pero mira tú por dónde cada día tengo más fuerzas para no acercarme a él nunca más, al menos no por voluntad propia, los amigos comunes son una putada porque pueden dar lugar a situaciones como la de ayer.
Pero no voy a hablar de lo malo más, tiene que empezar a ser agua pasada completamente. Llevo una semana fabulosa levantándome con una sonrisa todos los días porque si, ya era hora, de tener la vida que quería y luchar por ella cada día y lo que es más importante, sin depender de nadie para esa felicidad.
Por eso aprovecho esta entrada para dar las gracias a todos los que ayer me ayudaron a no perder la sonrisa y a afianzar que soy una persona que merece la pena conocer y que sí que valgo la pena, que no soy un bicho raro y que mi forma de ser es completamente normal. Alucino al leer esta última frase, hacía como 4 años que no me encontraba en una situación en la que dudaba de mi misma para todo, parece que hubiera ido como los cangrejos y en solo un par de meses, qué extraño es el mundo.
No, no y no, no voy a seguir mirando atrás. Ante mi se abre un precioso camino por andar y descubrir, y soy una chica muy curiosa.
Gracias a todos por un sábado tan fabuloso.
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